Un compadre se encuentra con su comadre después de varios años sin saber nada de ella.
Tras los saludos y efusivos abrazos, el compadre propone:
— ¡Vamos a celebrar! ¿Qué te parece si nos comemos unas arepitas y nos tomamos unas Polarcitas bien frías?La comadre, entusiasmada, acepta, y juntos encuentran una arepera llamada «La Rima». Entran, se sientan, y el compadre llama al mozo:
— Mozo, tráiganos dos Polarcitas bien frías y dos arepitas con jamón y queso, por favor.El mozo lo mira y responde con firmeza:
— Discúlpeme, señor, pero aquí los pedidos se hacen en rima.El compadre, más perdido que Adán el Día de las Madres, se queda pensativo mientras el mozo se retira.
De repente, entran a la arepera un tipo corpulento y una chama espectacular, de la mano. Se sientan, y el tipo, con confianza, dice:
— Mozo, como soy de La Hoyada… quiero una arepa de Reina Pepeada.El mozo asiente y se gira hacia la chica:
— ¿Y para la señorita?
— Una cachapita bien sabrosita, por favor.El compadre, que lo había observado todo, decide intentarlo:
— ¡Mozo! Como vine primero… tráigame dos arepas con jamón y queso llanero.El mozo anota y, con una ceja levantada, pregunta:
— ¿Y para la comadre?El compadre, con una sonrisita pícara, remata:
— Lo mismo… ¡Coño’e tu madre!