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Cómo 29000 patitos náufragos ayudaron a cartografiar corrientes oceánicas

El 10 de enero de 1992, durante una fuerte tormenta en el Pacífico, un contenedor que transportaba 28 800 juguetes de baño —los «Friendly Floatees» (patitos amarillos, castores rojos, ranas verdes y tortugas azules)— se despejó del barco y cayó al océano cerca de la Línea Internacional de Cambio de Fecha. Aunque inicialmente estaban empaquetados, el cartón envolvente se degradó rápidamente en el agua, liberando los juguetes que, al no tener agujeros, flotaron indefinidamente.

Seguimiento científico y aportes significativos

Los oceanógrafos Curtis Ebbesmeyer y James Ingraham aprovecharon la situación para rastrear las corrientes superficiales mediante un modelo computarizado llamado OSCAR (Ocean Surface Currents Simulation). Este modelo incorpora datos de presión atmosférica y viento para predecir el tránsito de objetos en la superficie oceánica.

3. Trayectoria de los juguetes y hallazgos

  • En el mismo 1992, algunos juguetes comenzaron a llegar a las costas de Alaska, a más de 3 200 km del punto de origen.
  • Alrededor de la tercera vuelta completa del Giro Subpolar del Pacífico (aproximadamente un ciclo de 3 años), algunos llegaron a Washington y, posteriormente, a Japón.
  • Una parte quedó atrapada en el hielo del Ártico y se movió a un ritmo de aproximadamente una milla por día, alcanzando el Atlántico Norte en torno al año 2000, con posteriores avistamientos en el Reino Unido hacia 2007.

4. Legado e impacto ambiental

  • El experimento accidental permitió estimar que el Giro del Pacífico Norte tarda unos tres años en completar su circuito.
  • Reveló conexiones entre corrientes oceánicas y contribuyó a la comprensión del Gran Parche de Basura del Pacífico.
  • El caso ha inspirado libros como Moby-Duck de Donovan Hohn (2011), y 10 Little Rubber Ducks de Eric Carle (2005) .
  • Curtis Ebbesmeyer sigue activo en el estudio de flotsam, y fundó la organización Beachcombers’ and Oceanographers’ International Association.
  • Algunos ejemplares se han vuelto objetos de colección, con precios de hasta 1 000 USD.

 

Todos los patitos han ayudado a los científicos en su intento de dibujar los mapas de las corrientes marinas de esa región y los que llegaron a la costa ofrecieron invalorable información sobre la velocidad de estas corrientes.