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Importancia del desayuno para la memoria y capacidad de concentración

Importancia del desayuno para la memoria y capacidad de concentración
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¿Sabías que el desayuno es la comida más importante del día? ¿Qué tan importante es el desayuno para la memoria y capacidad de concentración? No solo te ayuda a comenzar el día con energía, sino que también tiene un impacto significativo en tu memoria y capacidad de concentración. De hecho, según numerosos estudios, el desayuno puede mejorar la función cognitiva y la atención en los niños y adolescentes.

El desayuno

El desayuno es la primera comida del día después de un largo ayuno nocturno. Proporciona la energía necesaria para comenzar el día y ayuda a mantener los niveles de glucosa en sangre estables, lo que es esencial para el cerebro.

Un desayuno equilibrado que contenga proteínas, carbohidratos y grasas saludables puede mejorar la memoria y la capacidad de concentración, lo que es especialmente importante para aquellos que trabajan en trabajos que requieren un alto nivel de atención y concentración.

Importancia del desayuno para la memoria y capacidad de concentración

Aunque asombre a algunas personas, del desayuno depende la memoria y la capacidad de aprender y de concentrarse. Esto ocurre porque en el cerebro, el equilibrio o desequilibrio de sustancias como la dopamina y la serotonina estimula o adormece nuestra capacidad de concentrarnos y de atender.

Los niveles de esas sustancias dependen, minuto a minuto, de lo que hemos comido. Un desayuno capaz de mantenernos despiertos, alerta e inteligentes debe contener suficientes proteínas, además de carbohidratos. De lo contrario, no cumplirá su efecto positivo.

Nuestra capacidad de atención en las mañanas

En las mañanas, nuestra capacidad de atención, de concentración y de alerta depende, especialmente, de que haya un aporte continuo de azúcar (glucosa) al cerebro, en vista de que ese órgano no posee ningún sistema para almacenar combustible, debe tomar pequeñas cantidades de glucosa de la sangre para poder funcionar.

Durante el sueño nocturno, el azúcar de la sangre se mantiene estable gracias a que el hígado produce glucosa, pero en las mañanas –de acuerdo con los ritmos circadianos de nuestro cuerpo- entran en funcionamiento otros sistemas hormonales y los niveles de glucosa sanguínea (y por tanto el alimento de nuestro cerebro) dependerán de lo que comamos. De manera que de los alimentos que incluimos al despertar dependerá el rendimiento escolar, la capacidad de concentración, la capacidad de analizar la información y de evocar los conocimientos aprendidos.

Y ya deberíamos saber lo siguiente: un desayuno lleno de azúcares o harinas, en vez de mantener estables los niveles de glucosa ocasiona una baja de azúcar a media mañana. Eso significa que darle al niño sólo pan, arepas, galletas, cachitos, avena, mermelada, jugo de naranja, refrescos, café o té con azúcar, no funciona.

¿Cómo deben ser nuestros desayunos?

Estos deben ir acompañados con leche, queso, jamón, pechuga de pollo o de pavo, en fin, proteínas, las cuales, en el hígado, se van transformando en pequeñas cantidades de azúcar que pasan gradualmente a la sangre. De esta manera, el cerebro tiene combustible contínuo durante muchas horas.

Además, las proteínas estimulan directamente la síntesis de adrenalina y dopamina en el cerebro, las cuales elevan nuestra atención y capacidad de estar alerta.

Importancia del desayuno para los niños

Si tu hijo -por inapetencia o porque no le gusta- desecha el queso, o las rebanadas de pollo, jamón o pechuga, sobrevendrán dificultades en su cuerpo: se producirá una violenta elevación del azúcar sanguíneo, que estimula la producción de insulina y se producirá una abrupta baja de azúcar cerca de dos horas después de haber terminado de desayunar. Es decir, perderá capacidad de concentración y rendimiento.

Siempre habrá que insistir con los hijos en que, aunque ingieran poco, al menos consuman alimentos ricos en proteínas, como leche y pollo, entre otros; pues si se llenan sólo de harinas (papas, pan, arroz, maicena, avena, cebada), engordarán, pero no estarán atentos ni fuertes.

Por lo demás, se ha comprobado que, en general (adultos y niños), quienes consumen únicamente azúcares en el desayuno (café y galletas, por ejemplo), cuando llegan a la hora del almuerzo sufrirán otra baja de azúcar en sangre, pasadas dos horas, por más proteínas que allí ingieran. La falta de proteínas en el desayuno es irrecuperable y por más que se coman a otras horas ya no habrá manera de encender la mente.

Desayuno e intelecto

Una buena razón para desayunar es el beneficio intelectual que recibimos. En cambio con el ayuno mañanero estamos provocando un daño.

Imaginemos el proceso:

  • Suena el despertador y el cerebro empieza a preocuparse: «Ya hay que pararse y nos quemamos todo el combustible».
  • Llama a la primera neurona que tiene a mano y manda mensaje a ver qué disponibilidad hay de glucosa en la sangre.
  • Desde la sangre le responden:  «Mira, aquí hay azúcar como para 15 a 20 minutos, nada más».
  • El cerebro hace un gesto de duda, y le dice a la neurona mensajera: «Hmm ok, vayan hablando con el hígado a ver qué tiene en reserva».
  • En el hígado consultan las cifras de reserva y responden que «a lo sumo las reservas llegan a 20 o 25 minutos».
  • En total no hay sino cerca de 290 gramos de glucosa, es decir, alcanza para 45 minutos, tiempo en el cual el cerebro ha estado rogándole a todos los santos a ver si se nos ocurre desayunar.
  • Si estamos apurados o nos resulta insoportable comer en la mañana, el pobre cerebro tendrá que ponerse en emergencia: «Alerta máxima: nos están tirando un paquete económico. Cortisona, amiga mía, sáquele lo que pueda a las células musculares, los ligamentos de los huesos y el colágeno de la piel, impuestos parejo».
  • La cortisona pondrá en marcha los mecanismos para que las células se abran cual cartera de mamá comprando comida, y dejen salir sus proteínas. Estas, pasarán al hígado para que las convierta en glucosa sanguínea.
  • El proceso continuará igualito hasta que volvamos a comer.

Como se verá, quien crea que no desayuna se está engañando: se come sus propios músculos, se auto devora. La consecuencia es la pérdida de tono muscular, y un cerebro que en vez de ocuparse de sus funciones intelectuales, se pasa la mañana activando el sistema de emergencia para obtener combustible y alimento.

¿Cómo afecta el no desayunar a nuestro peso?

Al comenzar el día ayunando, se pone en marcha una estrategia de ahorro energético, por lo cual el metabolismo disminuye. El cerebro no sabe si el ayuno será por unas horas o por unos días, así que toma las medidas restrictivas más severas.

Por eso, si la persona decide luego almorzar, la comida será aceptada como excedente, se desviará hacia el almacén de «grasa de reserva» y la persona engordará.

La razón de que los músculos sean los primeros utilizados como combustible de reserva en el ayuno matutino se debe a que en las horas de la mañana predomina la hormona cortisol, que estimula la destrucción de las proteínas musculares y su conversión en glucosa.

Por todo lo anterior, y principalmente para los niños, empezemos el día con un buen desayuno.

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